Los Franciscanos Descalzos - Alcantarinos

 


 

 
Basílica Papal de San Francisco en Asís


1. Conventuales y Observantes

 
- El movimiento de la Observancia Regular franciscana comenzó en 1368, en Italia, por obra del Beato Paoluccio Trinci de Foligno, y tenía por objeto volver a la primitiva intuición evangélica de San Francisco, acentuando la pobreza, el carácter eremítico y contemplativo de la fraternidad, y el trabajo manual.

 
- El nacimiento de la Observancia dividió a la Orden en dos ramas: Observantes (que estaban sujetos al Ministro General Conventual y tenían dos Vicarios, uno Ultramontano y otro Cismontano) y Conventuales (llamados así porque vivían en grandes conventos urbanos con un régimen de vida cuasi-monástico).

 
- Observantes y Conventuales vivieron enfrentándose violentamente unos a otros, reivindicándose cada uno la fidelidad al carisma de San Francisco. Finalmente, con la Bula Ite vos de 1517, León X divide la Orden en dos grandes familias independientes:

 
. Hermanos Menores Observantes: a los que se concede la primacía jurídica de la Orden, siendo su Ministro General la cabeza de toda la Orden.
. Hermanos Menores Conventuales: que pierden la primacía y tienen un Ministro General. Son expulsados de España en 1567 por Felipe II, y no regresarán hasta finales del s. XIX.

 
- La Observancia en España se inicia en la Provincia Conventual de Santiago, donde el Papa Bonifacio IX, con la Bula Vestrae devotionis integratis, permite erigir un eremitorio para vivir con mayor perfección la Regla de San Francisco. Otro foco de Observancia es la fundación del convento del Santo Espíritu del Monte en Gilet en 1402, dentro de la Provincia Conventual de Aragón.

 
- En 1447 la Observancia tiene numerosos conventos repartidos por Santiago, Castilla y Aragón. Se enfrentarán a los Conventuales a quienes intentarán absorber, y tendrán obsesión por la unidad de la Orden por lo que obstaculizarán cualquier tipo de reforma independiente, como la de los Franciscanos Descalzos.

 
2. La Descalcez Franciscana

 
Los Franciscanos Descalzos o Alcantarinos constituyeron una reforma franciscana surgida en España en el s. XV. Esta reforma española se caracterizó por el espíritu de pobreza, penitencia, minoridad y austeridad, que la llevó a extenderse rápidamente por España, Portugal, sur de Italia, territorios españoles en América y Filipinas. Tras la debacle de la invasión francesa, la independencia de las colonias españolas de América y la desamortización de 1835, los Franciscanos Descalzos españoles se vieron debilitados en número y fuerzas. Se recuperaron levemente a finales del s. XIX pero fueron asumidos en la unificación de 1897, por la que León XIII unía a Observantes, Descalzos-Alcantarinos, Recoletos y Reformados en una sola Orden: la de Hermanos Menores OFM. Algunas voces reclamaron a mediados del s. XX la identidad de la descalcez franciscana española, pero el asunto fue rápidamente cerrado por Pio XII.

 
2.1. Los inicios de la Descalcez

 
La historia nos muestra cómo desde los inicios de la Orden de Hermanos Menores, siempre existió una tensión entre la realidad de la Orden y el ideal al que estaba llamada. Surgieron varios grupos que quisieron vivir la Regla en su pureza, dándole un mayor protagonismo a la vida de oración en un estilo contemplativo de tinte eremítico. La reforma más importante fue la de la Observancia en el s. XIV, desarrollada posteriormente con fuerza por San Bernardino de Siena y San Juan de Capistrano. Estos Franciscanos Observantes se extendieron por toda Europa, teniendo en España numerosos conventos.

 
Sin embargo, el fervor inicial de la Observancia había decaído, y surgió en la zona de Extremadura un grupo de frailes que aspiraban a un cumplimiento más perfecto de la Regla. Sus grandes impulsores fueron Fray Juan de la Puebla, Fray Juan de Guadalupe y San Pedro de Alcántara.

 
Fray Juan de la Puebla (1453-1495)

 
Fray Juan de la Puebla (Puebla de Alcocer, 1453) ingresó con 18 años en el monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, de monjes Jerónimos. Descontento con esta vida, en 1479 viaja a Roma, donde Sixto IV le dispensa de sus votos monásticos y le permite ingresar en el convento observante de San Francisco Transtiberim. Su búsqueda de una mayor austeridad y pobreza le lleva a ingresar en el eremitorio franciscano de las Cárceles de Asís. Aquí vivió durante seis años, hasta que se vio obligado a regresar a España para velar por su sobrino huérfano.

 
En España se da cuenta del lamentable estado de la Observancia y pide a Inocencio VIII permiso para fundar dos conventos donde se guardase la Regla con mayor perfección, siguiendo el estilo de las Cárceles de Asís. En 1487 Inocencio VIII concede la Bula en la que da permiso a Fray Juan para fundar dos conventos que se constituirán en la Custodia de los Ángeles, dentro de la Observancia.

 
Pese a las reticencias de Observantes y Conventuales, en 1489 se dio permiso a Fray Juan para fundar dos conventos en Sierra Morena. Funda entonces el de Nuestra Señora de los Ángeles, cerca de Hornachuelos. El segundo convento se funda en 1493 en Guadalcanal. A éstos les seguirán otros tres conventos más. Fray Juan de la Puebla redacta entonces unos Estatutos que reflejan el espíritu de su reforma en estrecha pobreza y oración. Fallece en 1495, tras renunciar al primado de Toledo que le deseaba Isabel la Católica. En 1517, tras la división de la Orden en Franciscanos Conventuales y Observantes, la Custodia es erigida como Provincia de los Ángeles dentro de la Observancia.

 
2.2. El desarrollo de la Descalcez

 
Fray Juan de Guadalupe (1440-1506)

 
Fray Juan de Guadalupe es el iniciador de la descalcez franciscana en sentido estricto. Estando ya ordenado sacerdote, ingresó en el convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Custodia de los Ángeles. Se dedica a la predicación por la alta Extremadura y pronto sintió el deseo de extender la vida reformada de su Custodia a Andalucía, especialmente a la recién reconquistada Granada. Muerto ya Fray Juan de la Puebla, en 1496 acude en Toulouse al Capítulo General de la Observancia Ultramontana (Francia, España, Portugal, Irlanda) y decide continuar a Roma para presentar al Papa sus deseos.

 
En Roma, Fray Juan de Guadalupe no acude al Vicario de la Observancia (sujeto entonces al Ministro General Conventual), sino que lo hace a las autoridades de los Conventuales. En 1496 Alejandro VI le concede permiso para fundar en Granada un eremitorio y facultades para recibir novicios u Observantes que quisieran sumarse a su empresa. Y se establece la dependencia directa del Ministro General Conventual.

 
Ya en España, a Fray Juan de Guadalupe se le suman compañeros. Entre las cosas que deciden para su nuevo modo de vida está el hábito. Éste será estrecho y con capucha piramidal, con remiendos, el manto acortado, y totalmente descalzos. Fueron entonces llamados por el pueblo “Descalzos”.

 
Los Observantes tomaron bastante mal que dichos Descalzos se hubieran vinculado al Ministro General Conventual en vez de a los Vicarios Observantes. Presionaron al obispo de Granada y éste les expulsó de su diócesis, tras intentar en vano que los Descalzos se sometieran a los Observantes. Marcharon entonces a Extremadura, donde de nuevo los Observantes dificultaron su implantación. Fray Juan de Guadalupe viaja a Roma y obtiene de Alejandro VI, en 1499, una Bula que confirma sus intenciones reformadoras. Recibe facultades para fundar casas, recibir novicios, admitir frailes Observantes y Conventuales, y lo confirma como Custodio. Con la sanción definitiva del Papa, comienzan las fundaciones: Alconchel, Trujillo, Salvaleón, Villanueva del Fresno y Villaviciosa en Portugal. En 1501 se celebra un Capítulo y se establece unas ordenaciones para conservar el espíritu descalzo, se acuerda el nombre, Custodia del Santo Evangelio, y se elige como Custodio a Fray Juan de Guadalupe. Con el aumento de vocaciones se establece una segunda custodia descalza con el nombre de Custodia de Nuestra Señora de la Luz, cuyo centro será el convento de Trujillo. Todo lo hecho recibe la bendición papal en 1502.

 
Insidias de los Observantes consiguieron del Papa la disolución de la Descalcez y sus frailes se refugiaron en el convento de la Piedad que tenían en Portugal. Éste será el germen de la futura Custodia de la Piedad. Julio II revoca la anterior decisión papal, y los Descalzos regresan a España. Las grescas entre Observantes y Descalzos continúan, y en 1506 el Ministro General convoca un Capítulo General con el fin de lograr la unificación. De camino al Capítulo, fallece Fray Juan de Guadalupe. Le sustituye en el cargo de Comisario de las Custodias del Santo Evangelio y de Nuestra Señora de la Luz, Fray Pedro Melgar, que renueva su fidelidad al Ministro General Conventual.

 
Obtenido el permiso de Julio II, en 1508 las Custodias Descalzas se reúnen en Capítulo para erigirse en Provincia y elegir cargos. Los Observantes recurren al Rey Fernando el Católico y éste paraliza la formación de la Provincia Descalza. Julio II revoca entonces su permiso para crear la nueva Provincia Descalza. Entonces, los conventos descalzos portugueses se separan de los españoles y crean la Custodia de la Piedad que se somete a los Observantes en 1509. En 1510, los Descalzos españoles deciden someterse a los Observantes, viviendo un tiempo de tranquilidad, y en 1515 León X cambia el nombre de Custodia del Santo Evangelio por el de Custodia de Extremadura. Finalmente, en 1519, y tras la división definitiva en 1517 de la Orden en Conventuales y Observantes, cada uno con su Ministro General, la Custodia es erigida como Provincia de San Gabriel, dentro de la Observancia franciscana.

 
San Pedro de Alcántara (1499-1562)

 
Juan de Sanabria ingresó en 1515 en el convento de San Francisco de los Majaretes, perteneciente a la Provincia Descalza de San Gabriel. Cuando profesa cambia su nombre por el de Fray Pedro de Alcántara. Mientras estudia, entre 1516 y 1524, vuelven a existir tensiones entre la Provincia Observante de Santiago y la Provincia Descalza de San Gabriel. Fray Pedro opta por la defensa del espíritu franciscano primitivo que defiende su Provincia: pobreza absoluta, descalcez, retiro para la oración, abandono total en manos de la Providencia Divina y ministerio de la predicación.

 

Su calidad humana y religiosa le hacen desempeñar numerosos cargos en su Provincia: Guardián de los conventos de Nuestra Señora de los Ángeles y de San Onofre de La Lapa, Definidor de la Provincia en tres ocasiones (1535, 1544 y 1551), Custodio en el Capítulo General celebrado en Salamanca en 1553, y Provincial en el trienio de 1538-1541. Terminado su Provincialato, se traslada a Portugal, donde Fray Martín de Benavides estaba iniciando vida eremítica en las montañas de la Arrábida. Allí permanecerá hasta que el Capítulo Provincial de 1544 lo nombre Definidor. En 1549, atraído por la vida eremítica de la Arrábida, regresa a Portugal. Allí Fray Pedro de Alcántara, Fray Martín de Benavides, Fray Diego de Lisboa y Fray Francisco de Piedrahita organizan un género de vida penitente, solitaria y pobre. Este género de vida atrae vocaciones y reciben dos nuevos conventos: Nuestra Señora de la Consolación de Palhaes y Nuestra Señora de la Piedad. En Palhaes, San Pedro será maestro de novicios y colaborará en la redacción de los Estatutos de la Custodia de la Arrábida. Sin embargo le niegan la incorporación a dicha Custodia.

 
San Pedro de Alcántara decide entonces, en 1557, abandonar la descalcez vinculada a la Observancia y se integra en los Franciscanos Conventuales Reformados, para poder actuar con mayor libertad.

 

 
El Palancar

Se establece en una casa de retiro en Santa Cruz de Paniagua (Cáceres), para luego hacerlo en una pequeña casa en El Palancar (Pedroso de Acím, Cáceres). Este convento de El Palancar será la primera fundación de su reforma. Estando en él, en 1558, Carlos V lo llama a Yuste para que lo confiese. En 1559, Fray Pedro es nombrado Comisario General de los Franciscanos Conventuales Reformados en Roma. Con el permiso del Ministro General de los Conventuales se erige en 1559 la Custodia de San José (que asume los conventos de la reforma de Fray Juan Pascual) de la que San Pedro es nombrado Custodio. En 1561, ya en España, y reunida la Custodia de San José en El Palancar, se produce a la erección de la misma como Provincia de San José, dentro de la Conventualidad. Se redactan entonces Constituciones para la nueva Provincia, inspiradas en las de la Provincia de San Gabriel de 1542. Ambas ideadas por San Pedro de Alcántara.

 

 
Real Capilla con el Sepulcro de San Pedro de Alcántara,
Arenas de San Pedro (Ávila)

San Pedro muere en Arenas de San Pedro en 1562, cuando la Provincia de San José pensaba en unirse a la Observancia abandonando la Conventualidad, cosa que al final sucedió (1563). Los Observantes prometieron respetar la idiosincrasia de los Descalzos, pero no cumplieron. Pretendieron asimilar a su jurisdicción la nueva Provincia de San José, disgregando sus conventos, pero el rey Felipe II apoyó a los Descalzos. En 1568, San Pío V expidió un breve en el que ordenaba a los Observantes no molestar a los Descalzos en sus dos Provincias (San Gabriel y San José) y Custodias. En este momento, la Provincia de San José rompió relaciones con la Observancia, cosa que también hará la de San Gabriel, continuando su crecimiento. Las Provincias de San Gabriel (1519) y de San José (1561) serán origen de las Provincias Descalzas de San Juan Bautista de Valencia (1577), San Pablo de Castilla La Vieja (1594), San Diego de Andalucía occidental (1620), San Pedro de Alcántara de Andalucía oriental (1658), La Inmaculada Concepción de Castilla La Nueva occidental (1792), y la Custodia de San pascual Bailón de Murcia (1795). En los territorios españoles de ultramar se erigen las Provincias de San Gregorio Magno de Filipinas (1586) y San Diego de México (1670).

 
Estadísticas de los Franciscanos Descalzos peninsulares en 1728:

 
- Provincia de San Gabriel: 33 conventos y 750 frailes.
- Provincia de San José: 42 conventos y 900 frailes.
- Provincia de San Juan Bautista: 31 conventos y 834 frailes.
- Provincia de San Pablo: 23 conventos y 592 frailes.
- Provincia de San Diego: 12 conventos y 370 frailes.
- Provincia de San Pedro de Alcántara: 22 conventos y 439 frailes.
- Total: 163 conventos y 3885 frailes.

 

 
3. El espíritu de la descalcez franciscana

 

«San Pedro de Alcántara, el gran reformador franciscano, es el hombre que expresa y sintetiza, de manera abrupta y desmesurada, si se quiere, toda la riqueza interior, mística y contemplativa, toda la ascética furiosa, y toda la proyección apostólica y misionera sin límites de la España espiritual del siglo XVI. Producto y signo de aquella vitalidad magnífica. Su exponente genial». (Baldomero Jiménez Duque)

 
Las reformas dentro de la Orden son una constante histórica hasta hoy día. ¿Y qué buscaban y buscan estos hombres de ayer y hoy? Buscan intentar vivir la Regla en toda su pureza y sin glosas (como señaló San Francisco en su Testamento), llevando una vida de mayor austeridad, pobreza, oración, soledad, fraternidad, minoridad y apostolado. Se trata de espíritus inquietos e inconformistas que no se dejan vencer por la costumbre acomodada y que apuestan por vivir el carisma franciscano proyectando una fuerte significatividad que atrajo y sigue atrayendo a muchos. Porque estas reformas siempre atrajeron numerosas vocaciones y sirvieron para impulso y renovación de la Orden y de la Iglesia.

 
Los Franciscanos Descalzos o Alcantarinos fueron una de estas reformas que insuflaron aire nuevo al viejo tronco de la Orden. Los Descalzos articularon su proyecto de vida conforme a unos núcleos esenciales: pobreza-minoridad, comunión fraterna, oración-comunión con Dios, y misión apostólica.

 
El ideal de la Descalcez Franciscana se concretó en las Ordenaciones, firmadas por San Pedro de Alcántara, emanadas del Capítulo en el que se erigió la Provincia de San José (1561). Este código normativo (ampliado en 1562) será la base de la elaboración de las Constituciones de las diversas Provincias Descalzas que irán surgiendo con el tiempo.

 
En dichas Ordenaciones de 1562 «se ordena, en primer lugar, que todos los frailes guarden la Regla de Nuestro Padre San Francisco sin usar de alguna Bula que relaje la misma» (nº 1). A continuación se establece la forma de recitar el Oficio Divino, el tiempo dedicado a la oración mental (tres horas diarias), el ejercicio de la disciplina comunitaria, y los ayunos y abstinencias a pan y agua, que tenían lugar prácticamente todos los días... (nº 3-5). Pero lo que llama mayormente la atención es lo que se prescribe referente a la pobreza y austeridad de vida: «Se ordena que no se demande para los frailes sanos, carne, pescado, vino ni otra cosa alguna, salvo cuando faltase pan, que vayan a pedir una vez a la semana, o más si alguna vez fuera necesario... Y no se coma, los miércoles, ni se fuerce a los frailes sanos a que coman en ningún tiempo, carne, ni grosura, ni huevos, ni cosas de leche o pescado... No se haga cuesta de alguna cosa, salvo aceite, legumbres y fruta, para un mes o dos o más..., pero esto ya con permiso de los Superiores» (nº 9).

 
Los frailes deben andar todos descalzos y vestidos de sayal tosco y pobre, sus hábitos «no sean más largos de hasta el tobillo ni más anchos de diez palmos, y las mangas no tengan más de un geme a las bocas, ni más de palmo y medio a los hombros... Y los mantillos no sean más largos de cuanto cubran los cabos de los dedos...» (nº 10).

 
Para el reposo nocturno se «ordena que todos los frailes sanos duerman sobre un corcho o tabla y pellejo puesto. Y pueden tener una o dos mantas de sayal en los meses de otoño-invierno, el resto del año nada» (nº 11). Se establece una excepción para los frailes ancianos y enfermos: «Los frailes viejos sean muy bien tratados; y los enfermos muy bien curados...» (nº 12).

 

 
Claustro en El Palancar

Respecto a las edificaciones de los conventos prescriben: «Ninguna pared de las casas sea de cantera labrada, y toda la madera de la casa sea tosca y no labrada a cepillo... La iglesia tenga a lo menos 8 pies de ancho y 24 de largo, con capilla y todo; y a lo más, 10 pies de ancho y 30 de largo...». Y siguen las medidas de las demás dependencias. Al tratar de las celdas se dice: «Todas las celdas no tendrán más de siete pies de largo y seis de ancho... Las puertas de las celdas no tendrán más de media vara de ancho y una vara y tres cuartos de alto, y las ventanas serán del ancho de las puertas y un tercio más alto» (nº 18).

 

San Pedro de Alcántara plasmó este diseño en el convento de El Palancar (que aún permanece en pie), cuna de su reforma y el primero de los fundados por él de nueva planta. El Palancar, la “Porciúncula» alcantarina”, fue su paraíso en la tierra.

 
Con el tiempo, esta rígida observancia fue paulatinamente suavizada, pero mantuvo en esencia el ideal austero de la reforma alcantarina, que, junto a la revalorización del espíritu orante-contemplativo, tuvo una gran proyección apostólica en la evangelización de las gentes y en tierras de misión. Los Descalzos crecieron rápidamente en número, y dieron grandes Santos a la Iglesia. Su identidad netamente española los condujo a querer separarse de la Orden y constituirse en Orden exenta, a imagen de lo que habían hecho los Capuchinos, pero esto no pudo lograrse. Fuertemente dañados por los acontecimientos de principios del s. XIX (invasión francesa, desamortización…) finalmente fueron asumidos en la unión de todas las ramas Observantes que dieron lugar en 1897 a la Orden de Hermanos Menores. Sus frailes firmaban como OFM.Alc.

 

 
Capilla de San Pedro de Alcántara en El Palancar

Santos Franciscanos Descalzos-Alcantarinos:

 
1. San Pedro de Alcántara (1499-1562)
2. San Pascual Bailón (1540-1592)

 
- 6 protomártires del Japón (+1597):
3. San Pedro Bautista Blázquez
4. San Felipe de Jesús
5. San Francisco Blanco
6. San Francisco de San Miguel
7. San Gonzalo García
8. San Martín de la Ascensión

 
9. San Juan José de la Cruz (1654-1734)
10. San Gil María de San José (1729-1812)
11. San Antonio de Santa Ana Galvao (1739-1822)
12. Beato Francisco Gálvez, mártir del Japón (1576-1623)

 
- 10 mártires del Japón (s. XVII):
13. Beato Pedro de la Asunción (+1617)
14. Beato Pedro de Ávila
15. Beato Vicente de San José (+1622)
16. Beato Francisco de Buenaventura
17. Beato Pablo de Santa Clara
18. Beato Francisco de Santa María (+1627)
19. Beato Antonio de San Francisco
20. Beato Antonio de San Buenaventura (+1628)
21. Beato Domingo de San Francisco
22. Beato Gabriel de la Magdalena (+1632)

 
23. Beato Juan de Prado, mártir de Marruecos (1563-1631)
24. Beato Sebastián de Jesús (1665-1743)
25. Beato Modestino de Jesús y María (1740-1800)
26. Beato Andrés Hibernón (1534-1602)

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